En la época colonial, la pintura colombiana estaba marcada por los trabajos de los tres Figueroa, auténticos pioneros de este arte: Baltasar de Figueroa, el viejo; Gaspar de Figueroa, su hijo y Baltasar de Figueroa, el joven. Gaspar fue el maestro de artistas de relevancia, entre quienes se encuentra notablemente Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos.
José María Espinosa Prieto, pintor, grabador y miniaturista, también es destacado por sus retratos, paisajes y caricaturas. A
Epifanio Garay también se hace gran referencia, sobre todo como retratista, a pesar de que gran parte de su obra se desarrolló en [Panamá].
Después de la independencia de España, en 1819, el arte colombiano tiene poca representatividad y todavía es muy dependiente de lo figurativo. Hay quien explica este atraso en la evolución de los estilos artísticos colombianos por medio de la propia geografía montañosa del país, que no permitía un contacto y un diálogo continuados entre las diversas tendencias creativas que ahí se desarrollaban.
En la décadas de 1920 a 1940, Marco Tobón Mejía, José Horacio Betancourt,
Pedro Nel Gómez,
Ignacio Gómez Jaramillo ,
Santiago Martínez Delgado y Alipio Jaramillo consiguen crear algún dinamismo con la elaboración de murales, influenciados, en el estilo, por el arte mexicano, aunque con características
neoclásicas y del
Art Nouveau. En el inicio de la década de 1940, debido a un creciente desinterés internacional por el arte colombiano, comienzan a aparecer obras que no habían sido ensayados allí, como el post-impresionismo y el estilo académico francés. El paisajista
Ricardo Gómez Campuzano es un ejemplo de esto (Calle de Cartagena de Indias).
Muchos historiadores de arte consideran, entretanto, que el arte colombiano solo comenzó a tener un carácter propio a partir de mediados del
siglo XX, al recrear, bajo un nuevo punto de vista, los elementos culturales y artísticos tradicionales, integrando los conceptos desarrollados por el arte del siglo XX.
Igancio Gómez Jaramillo, cuya obra puede ser considerada “
modernista”, presentó, por ejemplo en su Retrato de los hermanos Greiff, lo que el arte colombiano podía unir a las nuevas técnicas con respecto a la cultura y los temas típicamente colombianos.
Carlos Correa, en su obra paradigmática, “Naturaleza muerta en silencio”, combina la abstracción geométrica y el
cubismo, inaugurando un estilo todavía recurrente a la actualidad.
Pedro Nel Gómez, que se destacó en el
dibujo, la
acuarela, el
fresco, la
pintura al óleo y la escultura en madera, piedra y bronce, demuestra, por ejemplo en “Autorretrato con sombrero” (1941), su familiaridad con las obras de
Gauguin y
Van Gogh, revelando también la influencia de otros autores como
Cézanne en su “Autorretrato” de 1949 o
José Clemente Orozco, en su serie sobre las Barequera (mujeres que se dedicaban a la prospección de oro).
Alejandro Obregón, considerado por muchos como el "padre del arte colombiano" (debido a su originalidad, inauguradora de un arte considerado colombiano de raíz), debido a sus pinturas de paisajes nacionales caracterizados por pinceladas violentas y por el uso simbólico y expresionista de animales (especialmente aves, como el cóndor), ha sido largamente aclamado por críticos y por el público en general, y fue, sin duda, el artista más influyente de este período. Son notorias las influencias de
Picasso y de
Graham Sutherland. En la actualidad, es de renombre internacional el aporte a la pintura que hacen artistas como
Fernando Botero,
David Manzur y Omar Rayo.